Coitus Interruptus en el Eoceno. Estas tortugas murieron mientras su piel iba absorviendo sustancias tóxicas a través de la piel llegadas al agua porque seguramente estaban en un lago de origen volcánico. Walter G. Joyce, Norbert Micklich, Stephan F. K. Schaal, Torsten M. Scheyer.

#LunesPollas: El pene y el registro fósil

El pasado Lunes fue el #LunesTetas, un día para hacer divulgación científica sobre las mamas humanas y las de otros animales, desde la física a la medicina. Desgraciadamente, algunas unidades de igualdad de las universidades consideraron que esta era una temática machista y discriminatoria a pesar de que un buen número de las entradas estaba escrita por mujeres. Es curioso que estas unidades protesten tanto por este tipo de temas y tan poco por programas de televisión donde la igualdad laboral pasa por enseñar un buen escote e incluso cuando una de las concursantes de un famoso reality que no voy a nombrar, es concursante por haber enseñado algo más que las tetas en un vídeo de esos que corren por el WhatsApp.

Como protesta nació el #LunesPollas, y como no podía ser menos, hoy nos toca hablar de penes en el registro fósil.

La tengamos más grande o más pequeña, es raro que un hombre no se considere una obra de los mismos dioses cuando contempla sus atributos al espejo, pero seamos realistas: Por muy dura que la tengas, a los ojos del registro fósil no es más que un cacho de carne blandurrio y lo más probable es que jamás pase a la posteridad más allá del porno casero.

Quizás tendrías más posibilidades de inmortalizarla si te paseases boca abajo por una playa, dejando surcos cual trilobite formando crucianas (eso sí, los trilobites vivían bajo el mar) y después una colada de barro catastrófica preservase para siempre el molde y el relieve invertido. Y aun así lo tendrías difícil. También podrías convertirte en una momia, pero seguramente serías demasiado reciente para ser un fósil.

A pesar de todas estas vicisitudes por las que pasa nuestro desdichado miembro viril, algunos organismos nos han dejado registro de este, cual primitiva obra pornográfica que nos ha permitido reconstruir la historia evolutiva de la fecundación interna.

La mayoría de penes del reino animal están formados por tejido blando. Pero casualmente, organismos como los artrópodos, pueden tener un exoesqueleto recubriendo su pene, a lo Iron Man, y que favorece las posibilidades de preservación.

C. ecplecticos de hace 425 millones de años. Las letras co indican su pene.  David J. Siveter, Mark D. Sutton, Derek E. G. Briggs, Derek J. Siveter.

C. ecplecticos de hace 425 millones de años. Las letras co indican su pene. David J. Siveter, Mark D. Sutton, Derek E. G. Briggs, Derek J. Siveter.

De hecho, el pene más antiguo del que tenemos registro pertenece a un crustáceo de hace 425 millones de años, concretamente a un ostrácodo. Los ostrácodos son unos crustáceos muy pequeños, entre 0.1 mm. y los 30 mm. y del que existen especies tanto marinas como de aguas dulces.

Al pobre ostrácodo (de nombre Colymbosathon ecplecticos y que quiere decir “nadador increíble con gran pene”) del que nos ocupamos hoy aquí, le pilló una erupción volcánica que le cubrió de ceniza, provocando una preservación excepcional de las partes blandas y las duras. Y es que las erupciones volcánicas nos han ayudado a conservar espectaculares yacimientos de fósiles con una preservación casi de “fotografía” porque fue un enterramiento rápido que impedía tanto la descomposición de los organismos como la acción de los carroñeros.

Pero los ostrácodos no solo tienen este record. Y es que en 2014 se anunció el descubrimiento del esperma más antiguo, y no fue en el famoso Despacho Oral de la Casa Blanca… sino el de uno de estos crustáceos. De hecho, se data este esperma en ¡16 millones de años!.

No seais malos, aquí no se encontró el esperma más antiguo del mundo. Whitehouse.gov.

No seais malos, aquí no se encontró el esperma más antiguo del mundo. Whitehouse.gov.

Y no solo eso, resulta que los “espermatozoides” de estos ostrácodos pueden medir entre 0.44 y 10 milímetros, llegando a ser más grandes que los propios ostrácodos en algunos casos. Ahora imaginaos un espermatozoide de un metro ochenta. Acojona.

La preservación de este esperma es tan buena que incluso podemos ver detalles de su interior gracias a modernas ténicas de tomografía. Renate Matzke-Karasz, John V. Neil, Robin J. Smith, Radka Symonová, Libor Mořkovský, Michael Archer, Suzanne J. Hand, Peter Cloetens, Paul Tafforeau.

La preservación de este esperma es tan buena que incluso podemos ver detalles de su interior gracias a modernas ténicas de tomografía. Renate Matzke-Karasz, John V. Neil, Robin J. Smith, Radka Symonová, Libor Mořkovský, Michael Archer, Suzanne J. Hand, Peter Cloetens, Paul Tafforeau.

Un poco más adelante, también se ha encontrado algún pene fósil en el yacimiento de Rhynie chert, Escocia. Este yacimiento también ha permitido una preservación excepcional del ecosistema terrestre gracias a que en el momento de su formación, en el Devónico, había manantiales con aguas termales ricas en sílice.

Al enfriarse estas, precipitaba la sílice sobre plantas y animales, preservando los tejidos de una manera asombrosa. Un arácnido, concretamente del orden de los Opiliones y cuyo tamaño es de menos de un milímetro, tuvo suerte de quedar inmortalizado junto a su pene. Pero eso sí, gracias al gran número de arácnidos que en otros tiempos geológicos posteriores cayó preservado en ámbar, tenemos un magnífico registro de estos.

La p es de pene. Es el arácnido fósil de Rhynie Chert que dejó su miembro fósil para la contemplación a lo largo del tiempo geológico. Jason A. Dunlop, Lyall I. Anderson, Hans Kerp & Hagen Haas, Transactions of the Royal Society of Edinburgh: Earth Sciences.

La p es de pene. Es el arácnido fósil de Rhynie Chert que dejó su miembro fósil para la contemplación a lo largo del tiempo geológico. Jason A. Dunlop, Lyall I. Anderson, Hans Kerp & Hagen Haas, Transactions of the Royal Society of Edinburgh: Earth Sciences.

De nuevo en los mares, hay fósiles de placodermos, una clase de peces acorazados que vivieron desde el Silúrico hasta el final del devónico y que estaban cubiertos por placas que protegían su cuerpo.

Microbachius dicki, el placodermo cuyos pterigopodios fueron descubiertos en estado fósil (y que en la imagen se detallan como cls).  Nature.

Microbachius dicki, el placodermo cuyos pterigopodios fueron descubiertos en estado fósil (y que en la imagen se detallan como cls). Nature.

Pues de estos placodermos se han descubierto ejemplares en el que ha fosilizado su pene, o pterigopodio, el órgano que introducían en la hembra para fertilizarla. Este existe todavía hoy en tiburones y rayas. Es el primer vertebrado que tiene reproducción interna (que sepamos) y del que procede nuestro propio modo de reproducción. Vamos, que no hemos inventado nada.

Si pensáis que a continuación debería hablar de penes de dinosaurios y otros alagartos, lo siento, no hay ningún descomunal pene de dinosaurio fósil. Si os esperabais aquí al Nacho Vidal de los fósiles, mala suerte, no hay registro fósil de estos. En cambio si hay algún fósiles de tortugas pilladas en pleno acto reproductivo. Seguramente una avalancha de barro les pilló infragantis por realizar tal pecaminoso acto fuera del matrimonio reptiliano homologado en la época.

Coitus Interruptus en el Eoceno. Estas tortugas murieron mientras su piel iba absorbiendo sustancias tóxicas a través de la piel llegadas al agua porque seguramente estaban en un lago de origen volcánico. Walter G. Joyce, Norbert Micklich, Stephan F. K. Schaal, Torsten M. Scheyer.

Coitus Interruptus en el Eoceno. Estas tortugas murieron mientras su piel iba absorbiendo sustancias tóxicas a través de la piel llegadas al agua porque seguramente estaban en un lago de origen volcánico. Walter G. Joyce, Norbert Micklich, Stephan F. K. Schaal, Torsten M. Scheyer.

Pero sin duda, uno de los fósiles más insólitos de los que tenemos registro es el del hueso del pene, o báculo, que tienen incluso hoy día muchos mamíferos placentarios y que está ausente en el ser humano.

Este oso lo tenía hermoso. Báculos de un úrsido extinto de la cuenca de Madrid, concretamente del yacimiento Batallones-3. Producto nacional de calidad. Juan Abella,  Alberto Valenciano,  Alejandro Pérez-Ramos,  Plinio Montoya,  Jorge Morales.

Este oso lo tenía hermoso. Báculos de un úrsido extinto de la cuenca de Madrid, concretamente del yacimiento Batallones-3. Producto nacional de calidad. Juan Abella, Alberto Valenciano, Alejandro Pérez-Ramos, Plinio Montoya, Jorge Morales.

Su función es mantener el pene “erecto”, o al menos lo suficientemente… digamos duro durante la penetración. Tienen diferentes formas y tamaños según la especie. El báculo más grande es el de una morsa de hace 12.000 años y que mide 1.2 metros de longitud. Si pensabas que tu la tenías grande… siéntete enano.

Así que aquí viene mi consejo: Si quieres que tu pene pase a la posteridad del registro fósil… lo mejor será que ni lo intentes ni tampoco inviertas el esfuerzo en preservar los fósiles que ya existen. Y si crees que tienes un monumento digno de un museo, compártela, quien sabe si acabará inmortalizada en las colecciones de arte de las futuras generaciones venideras. Como dirían los anglosajones: SPREAD THE LOVE.

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Referencias:

  • Abella J, V. A.-R. (2013). On the Socio-Sexual Behaviour of the Extinct Ursid Indarctos arctoides: An Approach Based on Its Baculum Size and Morphology. PLoS ONE.
  • David J. Siveter, M. D. (2003). An Ostracode Crustacean with Soft Parts from the Lower Silurian. SCIENCE, 1749-1751.
  • Jason A. Dunlop, L. I. (2003). A Harvestman (Arachnida: Opiliones) From The Early Devonian Rhynie Cherts, Aberdeenshire, Scotland . Transactions of the Royal Society of Edinburgh: Earth Sciences, 341-354 .
  • John A. Long, E. M.-K. (2014). Copulation in antiarch placoderms and the origin of gnathostome internal fertilization. Nature, 196-199.
  • Renate Matzke-Karasz, J. V. (2014). Subcellular preservation in giant ostracod sperm from an early Miocene cave deposit in Australia. PROCEEDINGS B.
  • Walter G. Joyce, N. M. (2012). Caught in the act: the first record of copulating fossil vertebrates. Biology Letters.

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