Otra vista de la tormenta de polvo, también tomada ayer día 11 de enero por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA y donde se puede apreciar la gran densidad de la tormenta de polvo, que la hace totalmente opaca y no nos deja ver la superficie que hay debajo. ESA.

Algunos detalles de los incendios de Australia (desde el espacio)

Cada mañana, cuando me despierto, lo primero que hago es mirar las imágenes tomadas por los satélites en órbita de la Tierra durante la noche (bueno, mi noche), para ver si hay algún fenómeno interesante o destacable para poder enseñaros, desde tormentas de polvo a erupciones volcánicas, pasando por coladas de barro.

En los últimos meses, por desgracia, el evento más llamativo y destacable que podemos observar son los terribles incendios de Australia. Son tan gigantescos que para comprender su envergadura a veces es mejor observarlos desde el espacio.

El círculo rojo superpuesto a la península Ibérica corresponde con la superficie quemada en los incendios de Australia hasta el momento. NASA/Google.
El círculo rojo superpuesto a la península Ibérica corresponde con la superficie quemada en los incendios de Australia hasta el momento. NASA/Google.

En el momento de escribir estas líneas, los incendios ya han arrasado más de 100.000 km2, que para que nos hagamos una idea sería una extensión como Castilla y León y Cantabria juntas, y esa cifra parece que seguirá aumentando, puesto que son incendios con frentes kilométricos, difíciles de extinguir, y que a su vez son capaces de propagarse con los fuertes vientos y las tormentas eléctricas que provocan.

¿Y por qué hoy me da por hablar de este tema cuando ya es mucho el tiempo que llevan estos incendios activos?. Pues básicamente, porque ayer al despertarme vi esta burrada de imagen tomada por el satélite Aqua de la NASA.

Imagen tomada por el satélite Aqua de la NASA el día 11/01/2020. NASA.
Imagen tomada por el satélite Aqua de la NASA el día 11/01/2020. NASA.

Si os fijáis en el centro de la imagen, sobre Australia se puede ver una mancha color crema por debajo de la masa nubosa. Es una gigantesca tormenta de polvo de más de 2000 kilómetros, que además se ha unido al humo que procede de los incendios. Aquí debajo os pongo un par de tweets para que veáis la situación desde el suelo.

¿Cómo se forman las tormentas de polvo? Pues se forman cuando un frente de vientos fuertes levanta la capa de arena y polvo suelta que hay en la superficie y lo levanta. Algunas partículas se moverán por saltación, y otras por suspensión, dependiendo de la fuerza de los vientos y del peso y forma de las partículas.

Pero este no es el único problema. Las tormentas de polvo son consecuencia de vientos fuertes, que a su vez avivan los fuegos y los hacen todavía más peligrosos y difíciles de controlar.

Una vista de la tormenta de polvo, tomada ayer día 11 por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA. ESA
Una vista de la tormenta de polvo, tomada ayer día 11 por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA. ESA
 Otra vista de la tormenta de polvo, también tomada ayer día 11 de enero por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA y donde se puede apreciar la gran densidad de la tormenta de polvo, que la hace totalmente opaca y no nos deja ver la superficie que hay debajo. ESA.
Otra vista de la tormenta de polvo, también tomada ayer día 11 de enero por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA y donde se puede apreciar la gran densidad de la tormenta de polvo, que la hace totalmente opaca y no nos deja ver la superficie que hay debajo. ESA.

Pero a veces, lo que parece una tormenta de polvo, en realidad es la gran acumulación de humo provocada por los incendios.

En la parte derecha de la imagen podemos ver una nube de color marrón. Es la nube de ceniza y carbono elevándose de los incendios y no una tormenta de polvo. Esta nube llegaría a Nueva Zelanda, de lo que nos ocuparemos más tarde. La imagen fue tomada el pasado día 31 de diciembre por  el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA. ESA.
En la parte derecha de la imagen podemos ver una nube de color marrón. Es la nube de ceniza y carbono elevándose de los incendios y no una tormenta de polvo. Esta nube llegaría a Nueva Zelanda, de lo que nos ocuparemos más tarde. La imagen fue tomada el pasado día 31 de diciembre por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA. ESA.

Si os fijáis, en la parte central inferior de la imagen aparecen unas nubes algodonosas muy densas. Son lo que conocemos como pirocúmulos, unas nubes formadas por un brusco calentamiento del aire desde la superficie, como ocurre en incendios o erupciones volcánicas.

Estas nubes, pueden a su vez provocar tormentas secas, descargando rayos y aumentando el número de focos de los incendios, así como fuertes rachas de viento que aviven los focos existentes.

En esta animación hemos combinado también una de las bandas infrarrojas del satélite Sentinel 2 para que podáis apreciar la dimensión de los fuegos, con focos que superan la decena de kilómetros de longitud, y que aparecen como zonas rojas claras en la imagen. ESA.
En esta animación hemos combinado también una de las bandas infrarrojas del satélite Sentinel 2 para que podáis apreciar la dimensión de los fuegos, con focos que superan la decena de kilómetros de longitud, y que aparecen como zonas rojas claras en la imagen. ESA.

Estos incendios tienen una dimensión global, y digo global no por exagerar, sino porque sus efectos pueden sentirse más allá de Australia. El humo ya ha llegado a América del Sur, recorriendo más de 12000 kilómetros.

Pero más cerca, en Nueva Zelanda, han podido sufrir los efectos del humo y las cenizas mucho más de cerca. Uno de los efectos más llamativos es como la nieve y los glaciares se han manchado por la ceniza de los incendios.

El glaciar Murchison es uno de los afectados por la caída de ceniza. La primera imagen corresponde con el día 8 de diciembre de 2019 y la segunda con el día 23 de diciembre. las imágenes fueron tomadas por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA. ESA.
El glaciar Murchison es uno de los afectados por la caída de ceniza. La primera imagen corresponde con el día 8 de diciembre de 2019 y la segunda con el día 23 de diciembre. las imágenes fueron tomadas por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA. ESA.

¿Y qué problema hay con que la ceniza caiga sobre la nieve y los glaciares? Muy sencillo. Al ser más oscura que la nieve y el hielo, puede acelerar el proceso de fusión de los glaciares, que los científicos estiman que este año 2020 podría incrementarse en un 30% en Nueva Zelanda por efecto de la ceniza.

El glaciar Francisco José (nombrado así en honor del emperador Austriaco Francisco José I de Austria) también se ha visto afectado por la caída de ceniza, como se ve en esta imagen tomada el pasado día 2 de enero por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA. ESA.
El glaciar Francisco José (nombrado así en honor del emperador Austriaco Francisco José I de Austria) también se ha visto afectado por la caída de ceniza, como se ve en esta imagen tomada el pasado día 2 de enero por el satélite Sentinel 2 del Programa Copernicus de la ESA. ESA.

El glaciar Francisco José es uno de los tres únicos del mundo que acaba en un bosque lluvioso tropical, junto a otro en Nueva Zelanda también y otro en Brasil. Desde el año 2008 ha entrado en una fase de retroceso muy rápida, probablemente debida al efecto del calentamiento global, por lo que la caída de cenizas puede acelerar todavía más su retroceso.

Incluso en la noche los incendios son visibles desde el espacio, como si de un día para otro aparecieran ciudades en mitad de la noche australiana.

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