Hay muy pocos documentales que retraten la “cara B” de los científicos, quizás porque no tenemos ese halo de glamour tan clásico de las estrellas de Hollywood, o quizás, simplemente, porque muchas veces se ha obviado ese lado más humano de la ciencia, como si solo existiesen en nuestras vidas aquellas horas dedicadas a la investigación.
“Fire of Love” retrata la vida de los Krafft, la pareja de vulcanólogos franceses formada por Katia y Maurice Krafft, conocidos sobre todo por las magníficas imágenes que tomaron de volcanes activos en todo el mundo, arriesgándose siempre por llegar más cerca y ser capaces de registrar como nadie hizo el latido de los volcanes, contribuyendo a la vulcanología de una manera muy importante, acercando esos volcanes remotos y a menudo inaccesibles a los científicos, pero también al público.
El documental está bien nutrido con el archivo de imágenes de los Krafft, algunas de las cuales son tan sumamente poderosas que no necesitan comentario más que el propio sonido original: El estruendo de los volcanes, el rugir del viento o la caída de los piroclastos hacen de una banda sonora lo suficientemente elocuente como para no necesitar ningún acompañamiento.
Pero también les veremos a ellos en sus entrevistas y apariciones en televisión contando sus aventuras y desventuras en primera persona, exhibiendo ese gran poder comunicativo que tenían, esa facilidad de palabra que les hacía grandes oradores, pero donde también podemos sentir esa pasión que les movía. Dicho esto, alguien podría pensar que este documental puede ser una romantización de la vulcanología de proximidad, pero justo es al contrario: uno siente viendo las imágenes el peligro al que estuvieron expuestos a lo largo de su vida.
El documental no solo se reduce a las increíbles imágenes que fueron capaces de captar, sino también de hasta donde arriesgaron por tomar datos científicos de los volcanes. Una de mis historias favoritas de las que se cuentan es cuando viajan al lago del volcán Ijen, un lago de un kilómetro de diámetro aproximadamente, que tiene el título del lago de aguas ácidas más grande de todo el planeta.
Para que nos hagamos una idea de su extrema acidez, sus aguas tienen en torno a ~0.3 de pH. Maurice piensa que es una buena idea el entrar al lago y tomar muestras, comprando para ello una barca inflable de segunda mano en un mercadillo. Para que nos hagamos una idea del riesgo al que se sometieron por que comprendiésemos mejor los volcanes, el cable de acero que usaban para bajar las botellas de toma de muestras al fondo del lago fue disuelto por las aguas del lago. Ni cabe decir que les hubiese pasado si hubiesen caído al agua.
Katia y Maurice nos dejaron demasiado pronto. Ella tenía 46 años y él 42 cuando fallecieron en la erupción del Monte Unzen, en Japón, en 1991, a causa de un flujo piroclástico que acabó con ellos, pero su legado llega hasta nuestros días, y este documental es un verdadero homenaje a su obra -muy prolífica-, de la que todavía hoy tenemos mucho que aprender.
Desde aquí os invito a que vayáis al cine a disfrutar de este magnífico documental, con el que sin duda vais a emocionaros y a disfrutar del legado de los Krafft y que se estrena este próximo 26 de agosto.
P.D.: Aquí os dejo con el trailer, por si todavía no habéis podido verlo.