Reconozco que no escribo mucho en el blog, la verdad. Paso más tiempo haciendo cambios técnicos que de contenido, y eso no esta bien.
[googlemap lat=»38.30758466813072″ lng=»-0.7217502593994141″ width=»300px» height=»300px» zoom=»16″ type=»G_SATELLITE_MAP»]Pantano de Elche[/googlemap]Bueno, pues ayer fui a conocer de primera mano (aunque no por primera vez) la geología propia del pantano de Elche. Fue construido allá por el siglo XVII en el curso natural del río Vinalopó. Está cerrado con una presa cuyos bloques de sillería están formados por una calcarenita bioclástica con restos de bivalvos, briozoos y equinodermos.
La verdad es que ya llegué muy tarde, y lejos de poder ver con detenimiento el diapirismo de materiales del triásico y el arrecife solo me dio tiempo, condicionado por la luz solar, a observar la molasa formada por un conglomerado marino (en el que se observan las perforaciones propias de litofagos) con intervalos de arenas, los colores (y de lejos) avigarrados del triásico, los tafonis propios de las areniscas que afloran mucho por esta zona de Alicante y por último, y por lo que escribo este pequeño post, una toba calcárea.
Para quien no le sea familiar, una toba calcárea es una roca caliza muy porosa, generalmente de color marrón claro, que se forma al precipitar el carbonato cálcico que contiene el agua en disolución sobre la vegetación por la sobre la que pasa el agua. Al final la parte vegetal se pudre y quedan los huecos que confieren este aspecto poroso a la roca.
Resulta que bajo la acequia mayor del pantano cuando desbordaba esta, se fue formando una pequeña toba sobre una pared relativamente escarpada al ir quedando los restos vegetales atrapados por el carbonato cálcico que precipitaba…
Aquí tenéis una foto de unos restos de la toba que estaban ya rotos debido a la fragilidad de esta roca: