La pasada semana el Sureste peninsular sufrió un episodio de “gota fría” que golpeó con dureza las comunidades de Andalucía y Murcia, provocando, hasta el momento, diez muertos y cuantiosos daños materiales. Desgraciadamente, la gota fría no es un fenómeno extraño en el Sureste de la Península Ibérica, pero a pesar de ello, el escaso control sobre las construcciones, la falta de avisos a la población y las insuficientes obras públicas destinadas a minimizar los efectos de estos eventos provoca un panorama desolador teniendo en cuenta que muchos de los daños, sobretodo los humanos, podrían haber sido evitables.
Lejos de la crítica, os quería mostrar parte del aspecto geológico de esta “gota fría”. En la imagen superior podéis ver la imagen a la izquierda, el 25 de Septiembre, y a la derecha, del 29 de Septiembre. Pulsa en grande para ver los detalles y la cantidad de sedimentos que se están aportando al mar a través de ramblas y ríos. Especialmente llamativo es el caso de la desembocadura del río Segura, río que además de sus aguas, llevó las aguas de su afluente, el Guadalentín, una de las cuencas más afectadas por el episodio de “gota fría”.

Perspectiva de los sedimentos en suspensión en la desembocadura del río Segura el pasado día 29 de Septiembre.

Un detalle del contacto entre las aguas del Segura, cargadas de sedimentos, y las del Mediterráneo en Guardamar.
Las calles llegaron a ir tan cargadas de agua con sedimentos durante la lluvia que las calles llegaron a cubrirse de un campo de ripples a favor de la dirección de la corriente:
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