El origen de la vida en nuestro planeta es una de las grandes preguntas todavía sin resolver, ¿Se formó la vida en la Tierra? ¿O quizás llegaron a nuestro planeta organismos primitivos desde otro planeta o Luna dónde ya se hubiese formado previamente, sembrando de alguna manera la vida?.
Esta última pregunta da origen a la hipótesis de la Panspermia, que afirma que la vida puede haberse originado en otras partes del Universo y que puede viajar y distribuirse a través de meteoroides, asteroides y cometas. Estos “medios de transporte” se formarían cuando los cuerpos (por ejemplo, un planeta) que albergan vida sufren un impacto y expulsan al espacio algunos restos de la colisión con la suficiente velocidad como para escapar gravitatoriamente del cuerpo dónde se han formado. Con el tiempo podrían intersectar las órbitas de otros planetas y lunas y caer sobre su superficie, sembrando de una vida ya formada la superficie de estos.
Pero esta teoría presenta varios problemas, ¿Podrían sobrevivir organismos a las colisiones que forman estos medios de transporte, aguantar las extremas temperaturas y dosis de radiación del espacio y además llegar a la superficie de un planeta atravesando su atmósfera sin acabar calcinados?.
Hoy día sabemos que hay organismos capaces de aguantar las temperaturas extremas del espacio y sus dosis de radiación e incluso que pueden sobrevivir a los impactos que las lanzan al espacio según algunos estudios publicados1,2, pero, ¿Sobrevivirían a la entrada a un planeta como la Tierra y a un aterrizaje?
A esta pregunta se ha respondido en el último Congreso Europeo de Ciencias Planetarias que se celebra en Londres, mediante la presentación de una nueva investigación que ha usado como ejemplo un alga unicelular, la Nannochloropsis oculata.
Disparando pequeños pellets que contenían este alga congelada mediante una pistola de gas ligero (que se usa habitualmente para simular impactos de meteoritos en el laboratorio) sobre una capa de agua. Cuanta mayor era la velocidad, menor era la tasa de supervivencia de las algas, llegando a sobrevivir una cantidad de estas incluso a una velocidad de impacto de 6.93 kilómetros por segundo, una velocidad típica de los meteoritos que chocan con nuestro planeta.
Aunque la panspermia parecía presentar unos grandes problemas, estos experimentos demuestran que, al menos aparentemente, la vida es más resistente de lo que se pensaba y que por lo tanto esta hipótesis no queda descartada, aunque sea difícil de probar como origen de la vida que conocemos.
Si algún día encontramos vida en otros lugares de nuestro Sistema Solar, ¿Se parecerá a la que conocemos? ¿Estaremos emparentados de alguna manera con esos organismos? ¿O seremos totalmente diferentes?.
Referencias:
1. Mark J. Burchell and Jo Mann, «Survivability of Bacteria in Hypervelocity Impact«, Icarus.
2. Karen Olsson-Francis, Charles S. Cockell, «Experimental methods for studying microbial survival in extraterrestrial environments«, Journal of Microbiological Methods.